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Esta semana debo estar especialmente habladora y con ganas de compartir porque ahí va otro post personal. Y es que hace unos días que me debato sobre si escribirlo o no, pero esta mañana, después de una magnífica meditación (práctica que he incorporado en el último año de forma un tanto irregular y, en los últimos meses, mucho más regular, y que me ayuda muchísimo a procesar), he decidido que lo escribía y lo compartía porque, al fin y al cabo, este blog también es personal, no?

El tema es que hoy hace justo una semana dejé mi trabajo. Sip. Después de trabajar 4 años y medio en una ONG como trabajadora social, voy y lo dejo. Tomar esta decisión no ha sido fácil. Nada fácil. He disfrutado mucho todo este tiempo y he descubierto y aprendido un montón de cosas sobre mí misma que no sé si hubiera aprendido haciendo otra cosa. Estoy profundamente agradecida a los compañeros de trabajo que he encontrado y que me han acompañado durante este tiempo y a la institución que confió en mí y, no solo me acabó de formar como profesional permitiéndome hacer mis prácticas universitarias allí, sino que también me dio una oportunidad laboral y me valoró durante todo este tiempo. Y, por supuesto, también a las personas que, siendo usuarias de esta institución, han permitido que las acompañara en lo que muy probablemente sean algunos de los momentos más duros de su vida, pero han dejado que esté ahí, a su lado, formando parte de ello y compartiendo sus procesos personales, y esto es de una riqueza y crecimiento interior inexplicable.

A pesar de todo esto, hacía ya un tiempo que me planteaba si el Trabajo Social era realmente lo mío, si era mi pasión, mi vocación. Porque creo firmemente en aquello que dice que solo somos verdaderamente excelentes cuando hacemos lo que nos apasiona. Y me di cuenta que no, que no lo era, aunque todavía no tengo muy claro qué lo es. A principios de este año caí enferma, y lo estuve mucho más tiempo del que se preveía inicialmente. Al estar un tiempo apartada de mi trabajo y de lo que había sido mi día a día durante los últimos más de 4 años, me di cuenta que ya no podía volver, que era el momento de ponerse a buscar y a hacer lo que sea que realmente me guste, me motive, me apasione. Así que después de muchas dudas y muchos, muchísimos miedos, tomé la decisión que hacía tiempo que sentía y lo dejé.

De modo que aquí estamos, cerrando un capítulo de mi vida que ha sido muy importante, y encontrándome con una página en blanco, lista para ser escrita. Soy consciente que no es el mejor de los momentos para tomar una decisión de este tipo: el contexto socioeconómico actual es deplorable, el panorama laboral, desolador y el futuro próximo, totalmente desesperanzador. Pero, cuándo es un buen momento para tomar una decisión así?

Por ahora no tengo nada claro, lo cual también es nuevo para mí. Yo, la reina de la organización y la planificación, la que le gusta tener todo controlado, da un paso un salto enorme hacia la incertidumbre más completa y el caos total (me habré vuelto majara...?). Pero también creo en aquello de que hay belleza en el desorden, así que... bienvenido caos :)

Ahí va un brindis por los nuevos comienzos, por la incertidumbre y por el avanzar hacia lo que uno quiere!! Cheers! :)


Feliz miércoles!!




pd. buf, creo que este ha sido el post más difícil que he escrito hasta el momento, y está claro que todavía quedan muchas cosas por colocarse y procesar porque, mientras lo he escrito, se me ha removido todo, pero también me funciona como terapia así que gracias por dejar que lo comparta aquí.

imágenes:

1. Pinterest
2. por Ivana Rosario

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  1. Anónimo
  2. Anónimo

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