20.40h, aparcamos el coche. Subimos los 100m que nos separan de la entrada (atajamos por el bosque porque somos así de intrépidos) y llegamos. Justo antes de entrar, nos giramos un momento y vemos una imagen digna de ser fotografiada (cosa que no hice porque me quedé embobada): toda la ciudad de Barcelona a tus pies, mientras el sol, ahora ya de un color rojizo, se va poniendo por el oeste. Increíblemente bonito.
Nos giramos de nuevo y avanzamos. Compramos las dos entradas y pasamos al otro lado. Una brisa fresquita, que se agradece enormemente después de todo el día de calor que hemos pasado, te acaricia la cara; montones de personas sentadas al aire libre en toallas, pareos, sillas y tumbonas charlan animadamente en grupitos, mientras toman un refresco y van sacando los bocadillos que harán de cena para esta noche (me fijo y veo gente que se ha currado una comida de verdad: ensaladas variadas, embutidos, tortillas...); de fondo, El colectivo, un grupo de jazz, ameniza la velada en un escenario improvisado; y, presidiendo la escena, una pantalla blanca gigante espera pacientemente que sean las 22h a que llegue su turno.
Ponemos nuestro macro pareo en el suelo y nos descalzamos. Yo me acerco a comprar un par de cervezas que están súuuuper frías y dos bocadillos: una burger con carne de ternera 100% ecológica y queso para Rícard, y una burger vegetal, con queso, tomate y humus, para mí. Y unas patatas bravas para compartir ;p También hay brownies y pastel de zanahoria de postre, pero ahí ya no llegamos. Con las hamburguesas nos quedamos más que satisfechos.
Cuando vuelvo al pareo y me siento al lado de Rícard parece que el día queda ya muy lejos. Estamos en la montaña, rodeados de árboles, apartados de todo el bullicio y ajetreo de la ciudad, y de nuestras rutinas. Nos explicamos qué tal el día y hablamos de las dificultades con las que nos hemos encontrado hoy pero, desde aquí, todo se ve con otra perspectiva: los problemas pierden relevancia y tenemos esa sensación de ligereza y bienestar que te da el salir de tu día a día por un ratito y disfrutar de las pequeñas (y, a la vez, más grandes) cosas.
Estamos en el Cinema a la fresca de Montjuïc. Yo hacía por lo menos 2 veranos que quería ir, pero nunca lo habíamos conseguido. Y me dije "de este año no pasa". Miré la cartelera y la película de ayer, El profesor Lazhar, me llamó la atención. Se lo comenté a Rícard y le pareció igual de bien que a mí.
Nos encantó ir. No solo se trata de ver una película en VO que esté bien, es todo lo que le acompaña. Es el estar en un lugar muy bonito y al aire libre; el escuchar música en directo; el tener Barcelona a tus pies; el ir de "pícnic"; el ver la película tumbado en el césped. Es todo.
Este año lo hemos pillado justito (finaliza el 7 de agosto) pero el año que viene repetiremos seguro. Si a ti también te apetece ir, te dejo aquí los datos:
- lugar: jardines del Castillo de Montjuïc (se puede acceder en coche, moto, teleférico y hay un servicio de autobuses especial también)
- precio entrada: 6€ (gratuito hasta los 6 años)
- alquiler de tumbonas: 3€. Muy recomendable, pero se acaban rápido (cuando llegamos nosotros ya no habían). Una opción más económica y por la que optó mucha gente es traerse la propia tumbona o silla de casa
- horario: todos los lunes, miércoles y viernes del 30 de junio al 7 de agosto. La entrada se abre a las 20.30h aunque la película no empieza hasta las 22h. De 20.30h a 22h hay música en directo
- venta entradas: se pueden comprar allí mismo o, de forma anticipada, a través de la web y de la aplicación móvil
- aunque, evidentemente, uno puede traerse la cena hecha, hay un puesto de hamburguesas que está muy bien. La comida está muy buena y es de calidad (va a cargo de Seco Bar y Rasoterra), aunque, eso sí, te sale bastante más caro que si es homemade
- página web: http://www.salamontjuic.org